18.1.05

EL REGRESO DEL SEÑOR DE LA NOCHE



Desde que descubrí el fantástico mundo de los trade paperbacks, he estado recuperando cómics que leí cuando era, ay, bastante más joven y que ahora se encuentran en un estado deplorable. Una de las últimas adquisiciones ha sido Batman: The Dark Knight Returns (DKR, en adelante), una obra maestra de los ochenta escrita y dibujada por Frank Miller.

Publicada originalmente en España como El regreso del Señor de la Noche, esta obra apareció en 1986 como parte del relanzamiento de Batman después de Crisis en tierras infinitas. Aunque la historia se consideraba fuera de continuidad, Miller sentó en ella las bases de lo que sería la personalidad oscura del héroe en los años siguientes. Él mismo recuperó esa oscuridad en la saga "Batman Año Uno", que sí narraba el origen canónico del personaje.

La historia comienza diez años después de que Batman se haya retirado. De hecho, todos los superhéroes se han jubilado, por lo menos de cara a la galería. Tras recibir muchas presiones por parte de algunas asociaciones, el gobierno americano decretó que debían desaparecer.

Básicamente, Bruce Wayne ha dedicado esos años a emborracharse y autocompadecerse. Mientras, una banda de niñatos hiperviolentos llamados los Mutantes se han apoderado de Gotham City ante la impotencia de la policía, cuyo comisario, James Gordon, está a punto de jubilarse. Ante la violencia de los mutantes, Batman acaba volviendo a la actividad, aunque su condición física, debida a la edad y a cierto abandono, le cuesta más de un disgusto.

En su nueva etapa como Hombre Murciélago, Bruce deberá hacer frente a antiguos enemigos que, hasta entonces, parecían haberse reformado. Se trata de Dos Caras y el Joker. Por otra parte, están los mutantes, a los que deberá vencer para imponer en Gotham su particular justicia. Por supuesto, Batman no trabaja solo. Cuenta con la inestimable ayuda de Alfred, su eterno mayordomo, y de Carrie Kelly, una muchacha que se autonombra la nueva Robin y a la que Bruce acepta de buen grado.

Mientras Batman y Robin van "trabajando", los medios de comunicación empiezan a ponerse en contra del héroe. Consideran su violencia excesiva y nociva para los jóvenes, y el gobierno acaba tomando partido y enviando a Superman a detenerlo. El enfrentamiento entre los dos antiguos amigos será la traca final de la historia.

Ya hemos dicho que DKR sentó las bases del Batman oscuro y amargado aunque no fuera una historia oficial del Universo DC. Miller demostró que entendía a Batman como poca gente lo había hecho. Mostró a Bruce Wayne como un adicto a la acción que se hundía en la melancolía si no se vestía de superhéroe. También nos enseñó que, pese a su aparente independicia, necesitaba un compañero a su lado que lo mantuviera en contacto con su humanidad.

También dio Miller una lección magistral sobre los villanos y secundarios de Batman. No habrá nunca un Alfred tan genialmente sarcástico como el de DKR, ni un Gordon tan honesto consigo mismo y sus sentimientos encontrados hacia el enmascarado. Desde un punto de vista muy psicológico, Miller también demostró que villanos como el Joker dependen de Batman para existir; de hecho, se podría decir que están enganchados a él.

Durante la década de los ochenta, Frank Miller estaba en estado de gracia como guionista y como dibujante. Es cierto que sus páginas en este DKR estaban menos elaboradas que su etapa en Daredevil o su miniserie de Lobezno junto a Chris Claremont; no obstante, su narrativa es tan insultantemente impecable que unos trazos apresurados y feos no estropean el conjunto.

Concluyendo, no dejéis de haceros con esta obra cumbre del cómic de superhéroes si aún no la tenéis. Norma Editorial la reeditó en un bonito tomo en tapa dura hace dos o tres años por el módico precio de 18,00€, que tampoco está tan mal para lo bueno que es este cómic.

(ILUSTRACIÓN: Portada original de Batman: The Dark Knight Returns nº 2, por Frank Miller con tinta de Klaus Janson.)

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