31.8.06

EDICIÓN ESPAÑOLA: WONDER WOMAN Nº 1 A 8

WONDER WOMAN Nº 1 A 8 (Planeta DeAgostini Comics).
Correspondencia EE UU: Wonder Woman (vol. II) nº 195 a 202.
Guión de Greg Rucka.
Dibujo de Drew Johnson (1 a 6), Shane Davis (7), Stephen Sadowski (8).
Portadas de Adam Hugues (1 a 3), Phil Noto (4 y 5) y J.G. Jones (6 a 8).
24 páginas, 1,95€ (excepto nº 6, 48 páginas, 3,50€).

La amazona más famosa del mundo del cómic puede ser superheroína, una hija de los dioses con fuertes raíces mitológicas, una feminista que se abre paso en un mundo de hombres o la líder de una familia de guerreras. Todas estas facetas se han ido desarrollando durante los más de sesenta años de existencia del personaje y, aunque confluyen en todas sus encarnaciones, cada autor incide en la que más le interesa. Greg Rucka, que ha pasado unos tres años como guionista de la serie, decidió que iba a dedicarse a la Diana embajadora, a la que busca transmitir a un mundo a la deriva los milenarios ideales que defiende. Durante sus primeros números, el autor decantó tanto la balanza a favor de dicho aspecto que esta etapa de Wonder Woman se consideró lenta y falta de acción. Y lo fue, pero esta forma de interpretar a Diana no es peor que otras anteriores; es, simplemente, distinta. Ya habrá tiempo para luchas con seres mitológicos, viajes al infierno y cross-overs con Superman; de momento, toca ver a Diana viviendo en la Tierra. Estos primeros números de Planeta cuentan con dibujos del correcto Drew Johnson y de dos invitados. Uno es el espléndido Shane Davis, que posteriormente se encargaría de Batman junto con el guionista Judd Winick; el otro, Stephen Sadowski, el celebrado dibujante de buena parte de la JSA de Geoff Johns.

Entrando en materia, Rucka nos presenta en estos números el nuevo elenco de secundarios de la colección. Se trata del personal de la Embajada de Temiscira en Nueva York, que está formado por Alana Domínguez, secretaria; Rachel Keast, abogada; Peter Garibaldi, relaciones públicas; el recién llegado Jonah McCarthy, ayudante de los dos anteriores; y el minotauro Ferdinando, el cocinero. Con Donna Troy e Hipólita fuera de juego y Wonder Girl absorta en Jóvenes Titanes, Rucka prescinde por el momento de la Wonder Family y se centra en estos nuevos personajes y en las aventuras más mundanas y acordes con su visión de la serie. Todos ellos deben lidiar con la reacción que la opinión pública tiene ante Reflejos, el libro en que Diana describe su visión de las mujeres y la igualdad a partir de sus ideales y de su experiencia en el mundo patriarcal. Durante la promoción del libro, Rucka regresa a la princesa que cumple con sus ideales pese a quien (como ya vimos en Hiketeia) en una controvertida escena en que se opone a que Flash apague un incendio forestal.

Reflejos es una obra adorada por muchos; otros tantos, la odian y apoyan a Proteged a los Niños, la asociación dirigida por Darrel Keyes que considera el libro obsceno y nocivo para los ciudadanos de bien. Lo que no saben la princesa ni sus ayudantes es que la irritación colectiva se debe a la manipulación mental que el Doctor Psycho ejerce en el público y que una mujer muy rica llamada Veronica Cale está tras él. Aunque tardamos en enterarnos, los motivos por los que Cale odia a Wonder Woman son de lo más mundano. Siguiendo la tónica de Rucka, la empresaria no es una bruja mitológica o una villana encubierta, sino una mujer hecha a sí misma que ha triunfado tras sufrir adversidades y penurias. Por sus méritos, es ella a quien el público debería adorar como una “mujer maravillosa”, y no la princesita que siempre lo ha tenido todo a su favor. Las manipulaciones de Cale incluyen un eventual ataque de Cisne Plateado a la embajada. La antigua amiga de Diana ya la odia desde hace tiempo, y un poco más de tortura y manipulación consiguen el objetivo que Cale anda buscando. Mientras Wonder Woman y Cisne Plateado luchan frente a la embajada que, supuestamente, debería ser un símbolo de la paz, Psycho hace enloquecer a los defensores de la primera para que asesinen a Keyes. El golpe para la imagen de Diana es un reto al que deberá hacer frente (una minucia comparado con lo que le espera, por cierto) y una primera victoria para Cale.

Pero las maquinaciones de la empresaria no son las únicas por las que la princesa debería preocuparse. Los dioses del Olimpo, tras su regreso durante la saga anterior a la llegada de Rucka, han cambiado bastante. Ahora se visten como mortales modernos y hablan y actúan como tales. Ares pasa de ser un supervillano a un antagonista que mueve más hilos de los que parece a simple vista. Tal como explica a Diana, Zeus y Hera ya no son importantes para el Olimpo. El mundo se rige por la guerra, el amor y, hoy, la tecnología que encarnan él, Afrodita y Atenea respectivamente. Los antiguos reyes deben caer, y Ares planta la semilla llamando la atención de Zeus sobre la amazona Artemisa. Su esposa y hermana Hera cumple su papel tradicional de cónyuge celosa y, para evitar que su esposo acose a Artemisa, destruye Isla Paraíso. Diana se encontrará con una isla que no ha sabido proteger mientras se ocupaba de menesteres tan mundanos como la promoción de un libro. Cuando sacrifica buena parte de la isla para impedir que una ola gigante asole el este de Estados Unidos, la reacción de sus hermanas no es nada positiva.

Por si fuera poco, las Gorgonas han escapado de la prisión de Isla Paraíso aprovechando el caos creado por Hera. Por el camino, han salvado a la bruja Circe de morir ahogada, y como recompensa exigen que resucite a la más poderosa de todas ellas, la difunta Medusa. El regreso de este popular personaje mitológico sentará la base de una próxima saga y dará lugar a una de las situaciones más curiosas por las que Wonder Woman ha pasado durante los últimos años.
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