1.8.06

EL DÍA IMPOSIBLE DE WONDER WOMAN

Ah, la edad de plata de DC. Una época en que los héroes y villanos de la casa eran simplemente eso. Su estatus no se alteraba jamás y las persecuciones, venganzas y batallas se narraban en un solo número donde la imaginación era lo más importante. A muy pocos les preocupaba eso de la continuidad mientras un cómic fuera entretenido y diera a unos lectores sin conexión a Internet lo que estaban esperando. En abril de 1959, Robert Kanigher y Ross Andru establecieron el origen de la Wonder Woman de la edad de plata (o de Tierra-1, como se llamaría después) en Wonder Woman nº 105. Aquel número sirvió también como presentación de Wonder Tot y Wonder Girl; y es que, si Clark Kent había sido Superboy antes que Superman, la intrépida amazona también había sido heroína de niña y de jovencita. Wonder Girl fue muy popular, y Wonder Tot en cierta medida también, así que los lectores esperaban un encuentro entre las tres "encarnaciones" de su heroína favorita. ¿Era una locura? Pues sí, pero una genial. El encuentro entre la Diana de tres edades distintas e Hipólita (o Wonder Queen) se llamó "El día imposible", y se publicó en Wonder Woman nº 124 (agosto de 1961); los autores fueron los propios Kanigher y Andru.

La historia comenzaba cuando Diana Prince y Steve Trevor, el eterno noviete de sagacidad sólo comparable a la de la intrépida Lois Lane, descubrían en una cueva un dibujo prehistórico. En él, alguien había pintado un dinosaurio al que atrapaban con un lazo Wonder Woman, su madre Hipólita, Wonder Tot, que era Diana de niña, y Wonder Girl, que era Diana de adolescente. Recordemos en este punto que Wonder Girl no fue Donna Troy hasta que, allá por 1968, Bob Haney se dio cuenta en Teen Titans de que había metido la pata. Originalmente, el personaje era Wonder Woman de jovencita y no una persona diferente tal como la utilizaron en Teen Titans. Fue por esto por lo que hubo que inventarse a Donna Troy, personaje que nació confuso y que así sigue. Ya en Isla Paraíso, la aguerrida amazona y su madre leyeron el correo que enviaban sus admiradores. Todos coincidían en querer ver juntas a Wonder Woman, Wonder Girl y Wonder Tot. ¿Tarea imposible? ¡Jamás! ¿Para qué si no existía la cámara de pulsera, definida como proyector transistor automático en miniatura capaz de proyectar imágenes tridimiensionales a tamaño real? Haciendo un hábil collage, Hipólita mezclaba en una película (banda sonora incluida) imágenes de su hija en las tres épocas y de sí misma. Así, sus admiradores podían ver un filme con las cuatro juntas. Recordemos que, al contrario que encarnaciones posteriores, las amazonas de los cuarenta y los sesenta no se habían quedado ancladas en la época clásica cuando se aislaron en Isla Paraíso. En su lugar, habían construido una sociedad tecnológicamente muy avanzada que nada tenía que envidiar al mundo exterior.

La fantástica aventura que iban a vivir era puro ingenio de la edad de plata. Se trataba de ese tipo de historias que a veces te dan risa pero al mismo tiempo te apasionan por su originalidad y por su absoluta falta de pretensiones; en otras palabras, era entretenimiento y punto, que no es poco. Las cuatro amazonas anacrónicas descubrían un torpedo nuclear (al que, de no ser por Jotacé, no veríamos como otra cosa) que se aproximaba a su isla. El artefacto parlante las hundió, pero Wonder Tot las salvó a todas metiéndolas en una concha gigante que, ya de paso, empleó para atrapar al torpedo. Cuando Wonder Girl se quedó a solas con su amigo especial, el sireno Mer Boy, resultó que el torpedo era el Hombre Múltiple, un villano multiforme al que los dos jóvenes vencieron. Hipólita, que era muy coqueta, se confeccionó un bello brazalete con lo que quedó de su enemigo. Y claro, la poseyó y tuvo que huir a la prehistoria con el Televisor de Espacio y Tiempo para dejar de ser una amenaza para su hija y sus amigas. Las tres Wonders (Tot, Girl y Woman) la persiguieron y la libraron del brazalete. Fue entonces cuando Hombre Múltiple se transformó en dinosaurio y sólo el equilibrio de las cuatro heroínas y el lazo de Wonder Woman pudieron salvar la situación. Y es que otra de las virtudes de los cómics de la época era inventarse poderes según convenía. En aquella ocasión, resultó que el lazo mágico era conductor de electricidad.

"El día imposible" se convirtió en todo un clásico de la mitología de Wonder Woman y se repitió en otras ocasiones. En ellas, intervinieron las mismas protagonistas, Steve Trevor y Mer Boy (y sus otros yoes temporales, Mer Man y Mer Mite), e incluso regresó el Hombre Múltiple. Por desgracia, toda la gracia de estos encuentros se perdió cuando se estableció que Wonder Girl era una persona distinta.
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