RESEÑA: PRIDE OF BAGHDAD
Guión de Brian K. Vaughan.
Dibujo de Niko Henrichton.
DC Comics (Vertigo), 116 páginas.
Durante los últimos años, hemos asistido a la evolución de Brian K. Vaughan, el guionista que nos ha dado pequeñas joyas como Y El último hombre, Runaways o ExMachina. A lo largo de estas series, nos ha demostrado de sobra su habilidad para construir personajes creíbles a través de diálogos frescos y naturales y una correcta dosificación de sus orígenes y sus motivaciones. Sus tramas han seguido un ritmo casi televisivo y se organizan alrededor de un ritmo pausado pero seguro y un buen uso de los finales de suspense. Ahora, Vaughan se ha unido al dibujante Niko Henrichton, cuyo estilo va del dibujo animado al más absoluto realismo en términos de ambientación y decorados, para crear una nueva maravilla, Pride of Baghdad (La manada de Bagdad).
La historia está basada en un hecho real y habla de cuatro leones que escaparon de la capital de Iraq durante el bombardeo estadounidense en primavera de 2003. La manada está formada por Zill, el macho dominante; Noor, su pareja y una líder rebelde que organizaba la fuga desde antes del bombardeo; Safa, una leona vieja y acomodada a la vida fácil en cautividad; y el pequeño Ali, hijo de Noor y un crío deseoso por ver lo que hay más allá de su cárcel dorada. Juntos, intentarán sobrevivir en una ciudad casi destruida por las bombas, adaptarse a un entorno hostil y encontrar el camino hacia la libertad que sólo hallarán de una forma posible. Vaughan humaniza a los animales para hacerlos hablar, pensar y reaccionar como si fueran hombres, pero sin perder de vista la inocencia y la ignorancia propias de leones que han pasado tanto tiempo en cautividad que no sabrán como reaccionar a un entorno libre pero sin el alimento servido puntualmente por sus cuidadores.
El antropomorfismo y el diseño de personajes de Henrichton recuerdan de inmediato a los protagonistas de El Rey León, algo que de buen seguro en ocasiones hace a propósito; véase como prueba el flashback sobre el pasado de Safa, cuyo enemigo está más que inspirado en el popular Scar de dicha película de Disney. A partir de ahí, nada de La manada de Bagdad tiene que ver con el filme que sirve como uno de los referentes inmediatos para el lector. Y es que esta novela gráfica narra una aventura con la simplicidad efectiva de un comienzo, desarrollo y desenlace, pero al mismo tiempo tiene tantos niveles de lectura como quiera ver el lector. Los personajes, que de inmediato se convierten en entrañables y queridos por sus defectos y sus virtudes, representan actitudes personales y sociales ante la ecología, la vida y las situaciones que les ofrece. El entorno en que se mueven está basado en una repulsa sin tapujos a un conflicto bélico en concreto, aunque bien podría haber sido cualquier otro de los que ha vivido la humanidad.
Esa efectividad en la estructura de la historia y el carisma de los personajes no podrían haber sido posibles sin un dibujante capaz de reflejarla a la perfección. Henrichton, con sus viñetas grandes y sus impresionantes páginas dobles, combina escenas de acción con sus explosiones y su crudeza con momentos muy pausados que sirven de reflexión para personajes y lector al mismo tiempo. Es en esos instantes en los que hace gala de una capacidad expresiva que no hace sino contribuir al resultado final de un producto cuyos personajes llegan al lector al principio y lo cautivan durante toda la novela.
Es esta combinación de historia sencilla pero eficaz, personajes creíbles y entrañables, diálogos naturales y fluidos y su fondo de denuncia social, ecologista antibelicista lo que hace de La manada de Bagdad uno de los mejores cómics que han salido de la industria estadounidense durante los últimos años. Es muy pronto para decir si esta es la obra maestra de Brian K. Vaughan, a quien le deseamos una larga carrera, pero no se puede negar que es su mejor trabajo hasta la fecha y una obra que, muy posiblemente, pasará a formar parte de la historia del mundo del cómic.
PRIDE OF BAGHDAD AND ALL RELATED INDICIA ARE (C) BRIAN K. VAUGHAN AND NIKO HENRICHON
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