28.12.04

IDENTITY CRISIS



A principios de este año, DC Comics nos anunciaba un evento importante de su universo que se llamaría Identity Crisis y en el que moriría un personaje de la casa. Los autores serían Brad Meltzer, novelista que cosechó excelentes críticas por su breve etapa en Green Arrow, y Rags Morales, conocido por haber sido dibujante de Hawkman.

Rápidamente, la editorial publicó en la red una imagen promocional ilustrada por Michael Turner que sería portada del primer número de la miniserie de siete números. En ella, varios miembros de la Liga de la Justicia de América (LJA, en adelante) actual y clásica lloraban a un misterioso ataúd. La campaña de marketing estaba en marcha, y la cuenta atrás hacia mayo había comenzado. En los foros de internet se lanzaron múltiples especulaciones sobre la identidad del difunto. Muchos auguraban que Identity Crisis estaba relacionado con el relanzamiento de Hal Jordan como Green Lantern, e incluso con la actual serie de Firestorm. Los candidatos a fallecer eran héroes de la talla de Kyle Rayner, Ron Raymond o el Detective Marciano (único miembro clásico de la LJA que no aparecía en la portada), e incluso se hablaba de algún secundario importante de las series de Superman.

Por fin llegó mayo y la noticia corrió como la pólvora: la víctima era Sue Dibny, esposa del Hombre Elástico y secundaria habitual de Justice League Europe en los ochenta y noventa. Que fuera ella la víctima me resultó, personalmente, decepcionante, pues esperaba un personaje con algo más de peso en el Universo DC. Sin embargo, el buen hacer de Brad Meltzer me hizo cambiar de opinión. Sue moría de forma dramática y misteriosa, pues el asesino había burlado un sofisticado sistema de seguridad (basado en tecnología de Kripton, Nuevo Génesis y Thanagar); el funeral estaba cargado de emoción y, sobre todo, de ansias de venganza por parte de algunos héroes. El dibujo de Morales era toda una muestra de maestría narrativa, y el conjunto era un primer número excelente que prometía mucho y bueno.

La maniobra de marketing de DC funcionó de maravilla, y Identity Crisis nº 1 fue el cómic más vendido del mes. La serie ha continuado entre los tres cómics más vendidos en Estados Unidos en los meses siguientes, a falta de los números de diciembre.

En los cinco episodios restantes, Meltzer urdió una trama más propia de una novela negra que de un cómic de superhéroes. Para mí, esto no es bueno ni malo; es, simplemente, distinto, algo que no va mal de vez en cuando en un género bastante trillado. El asesinato de Sue Dibny servía para sacar a la luz un oscuro secreto de la LJA original. En una ocasión, el Doctor Luz se había colado en el Satélite Orbital de la Liga y había violado a Sue Dibny. El grupo lo pilló en plena faena y le dio una paliza de cuidado, tras lo cual acordaron, tras una votación, que Zatanna le lavara el cerebro. No fue la única ocasión en que la Liga hizo algo similar, y las puertas hacia un pasado oscuro para un grupo intachable se abrieron. Los miembros de aquella Liga que aún están vivos, más Flash y Kyle Rayner, buscan al Doctor Luz, convencidos de que es el asesino de Sue como venganza por lo que le hicieron. Éste, consciente de sospecharían de él, busca la ayuda de Deathstroke, que se enfrenta a los héroes y los vence. Del enfrentamiento surge una trama que se aclarará posteriormente: Batman se opuso a borrarle el cerebro al Doctor Luz, y a él le hicieron lo mismo.

Mientras se realiza la autopsia de Sue y se busca al asesino, Meltzer introduce algunos otros elementos. Los héroes se vuelven protectores con sus seres queridos, porque la cosa no ha terminado aún. Alguien intenta matar a Jean Loring, ex esposa de Atom, que evita el asesinato aunque el culpable ya haya huido de la escena del crimen. El mismo alguien contrata al Capitán Bumerang, por medio del Calculador, para que mate al padre de Tim Drake, el actual Robin. El villano cumple la misión, pero fallece también. Su hijo, que posee el don de la supervelocidad, se convierte en el nuevo Capitán Bumerang.

Con tantos elementos, los lectores nos hemos comido mucho la cabeza durante estos meses. En algunos foros americanos se han pronunciado hipótesis de lo más peregrinas, algunas fundadas en elementos tramposos de la historia. Como en toda historia policíaca, Meltzer introduce detalles que confunden al lector. Por ejemplo, en el primer número dos ladrones roban la armadura de Lex Luthor, lo cual no tendrá mayor trascendencia pero hace sospechar que dicho villano esté detrás de todo. Otro ejemplo sería que el Detective Marciano no aparece hasta el último número. Siendo miembro actual de la LJA debería haber aparecido antes, igual que Superman o Wonder Woman, aunque no formara parte del grupo en la época de la violación de Sue. La ausencia de J'onn generó especulaciones porque, recordemos, es multiforme y telépata, lo cual lo convertía en posible sospechoso.

Utilizando cliffhangers de campeonato, como la carta con la que se amenaza a Lois Lane, Meltzer llega al final del número seis, donde se descubren diminutas pisadas en el cuerpo de Sue, con lo que Atom se convierte en el principal sospechoso. Los lectores esperábamos con muchas expectativas la conclusión de la historia, donde había mucho que contar.

Y llegó el número siete. Tras un chasco inicial bastante gordo, debo reconocer que no está nada mal esta conclusión. Me permito rebatir algunos hechos del séptimo número que, para muchos, han sido la clave de que el final de Identity Crisis se agüe. Veamos.

1. La asesina es Jean Loring.

La ex esposa de Atom, aún enamorada de éste, mató a Sue Dibny para que los héroes se volvieran especialmente protectores con sus seres queridos. Así, esperaba recuperar el amor de Atom, que de hecho volvió con ella. Para matar a Sue, utilizó un traje antiguo de Atom que le permitía reducir su tamaño.

No me parece mal que Jean sea la culpable. Una secundaria es la víctima inicial, otro secundario muere a mitad de la historia, y una secundaria es la responsable. Oye, no me parece mal. Sinceramente, tras leer el sexto episodio, me parecía poco probable que Atom fuera el asesino porque me parecía pronto para que se descubriera su identidad. Me temí que tras el crimen hubiera algún tipo de posesión, suplantación de personalidad o algo así y, la verdad, prefiero que haya sido Jean.

2. Batman no monta el pollo a la LJA por haberle borrado la memoria.

Esa escena en la que Batman y Wally se miran fijamente y el primero le pregunta: "¿Tienes algo que decirme?" es impagable. Queda claro que Batman lo sabe y desafía a Flash a que lo diga públicamente. "Batman sabe lo que quiere saber", dice Green Arrow poco antes. Ese cruce de miradas en una página perfecta de Morales me parece mucho mejor que una batalla entre el Hombre Murciélago y sus compañeros.

3. No se resuelve la paternidad del nuevo Capitán Bumerang.

Ya he dicho que Meltzer hace algunas trampas, y que el nuevo villano sea supervelocista se presta a interpretaciones raras por parte de los lectores. En algún foro americano, se decía que sus padres eran Sue y Barry Allen, y que el Hombre Elástico lo había descubierto y había matado a su esposa. Que yo recuerde, en ningún momento Meltzer insinúa que los poderes de este hombre tengan que ver con el asesinato. Es, simplemente, un nuevo personaje que nace fruto de los acontecimientos de la historia.

A pesar de lo anterior, no me ha gustado del todo Identity Crisis nº 7. Decía que me había parecido un chasco, y se debe a que es un número anticlimático. Meltzer ha calentado la historia, y mucho, durante seis números, para escribir una conclusión que es sosa como clímax de una serie que ha despertado muchas expectativas. Tras el final del número seis, lo menos que se podía esperar es que la Liga se lanzara a por Atom. La identidad del asesino se podría haber averiguado después, y si era Jean, pues bien. Sin embargo, a esta conclusión le falta un poco de acción. En lugar de ello, Meltzer escribe un número dedicado a los sentimientos. Es muy emotivo, sí, pero le falta acción.

En general, admito que Identity Crisis me ha gustado. A pesar de sus trucos para despistar al lector y de un final soso, es una buena historia que habría sido mejor si no nos hubieran bombardeado con tanto marketing y hubiésemos esperado un poquito menos de ella.

(ILUSTRACIÓN: Portada de la primera edición de Identity Crisis nº 1, por Michael Turner.)

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