15.12.04

WONDER WOMAN



En sus muchas encarnaciones, la princesa Diana de Temiscira ha sido feminista, agente de inteligencia del gobierno norteamericano, enfermera, superheroína al uso, detective experta en artes marciales, embajadora de la paz y diosa del Olimpo. En este número repasamos la trayectoria de Wonder Woman, que lleva más de sesenta años siendo la heroína más representativa de DC Comics y es casi tan reconocible hoy en día como Superman o Batman.

La heroína feminista

William Moulton Marston (1893-1947) se doctoró en psicología en Harvard y estudió los roles y estereotipos de género con artículos como "The Art of marriage". Según sus investigaciones, las mujeres eran más dignas de confianza que los hombres y eran capaces de trabajar mejor y más rápido. Fuera del mundo del cómic, se convirtió en un personaje importante al inventar en 1915 el examen de tensión sistólica que sirvió como base del polígrafo, también conocido como detector de mentiras.

En 1940, Marston trabajaba como asesor de educación de National Periodical Publications. Cuando los superhéroes masculinos comenzaban a triunfar en los quioscos, el editor Max Gaines le propuso crear una mujer que fuera tan poderosa como Superman o Green Lantern. Con el alias de Charles Marston y dibujos de H.G. Peter, Wonder Woman nació en "Introducing Wonder Woman", una historia de nueve páginas aparecida en All-Star Comics nº8 (diciembre de 1941). El éxito de la nueva heroína propició una nueva aventura en Sensation Comics nº1 (enero de 1942) y la creación de una serie propia del personaje en verano del mismo año.

Wonder Woman estaba concebida como la mujer perfecta a ojos de su creador; era guapa, inteligente y fuerte a la par que sensible. Sus superpoderes eran los de toda amazona, no como en encarnaciones posteriores; poseía superfuerza y resistencia sobrehumanas y una serie de artilugios a lo Batman: los brazaletes con los que podía repeler balas, un lazo mágico que le permitía controlar la voluntad de aquéllos a los que ataba, una tiara telepática y un bonito y veloz avión invisible con el que viajaba por el mundo. Pero entre su parafernalia habitual no estaba sólo la indumentaria; poco a poco, Wonder Woman se fue haciendo con un grupo de secundarios como las Holliday Girls de Etha Candy o la Isla de la Transformación, donde Diana intentaba reformar a los criminales que capturaba.

Aunque sus poderes no tenían como origen a los dioses del Olimpo como en la actual versión, la Wonder Woman de Marston sí contaba con raíces mitológicas. La princesa Diana, su auténtica identidad, era una amazona que vivía con sus iguales en Isla Paraíso. A las amazonas las crearon las diosas del Olimpo para hacer frente a Ares, el dios de la guerra, y se exiliaron a una isla perdida tras sufrir las vejaciones de Heracles y su ejército. En Isla Paraíso, desarrollaron una tecnología superior a la de los mortales. Un buen día, el avión del militar estadounidense Steve Trevor se estrelló en la isla y Diana lo rescató. Mientras el americano se curaba en Isla Paraíso, la joven princesa se enamoró locamente de él y su madre, la reina Hipólita, le prohibió verlo. Cuando la soberana convocó un torneo para decidir quién devolvería a Trevor al mundo mortal, Diana se disfrazó y participó en las pruebas, que por supuesto ganó. A la reina no le quedó más remedio que aceptar el destino de su hija y el dio un bonito vestido basado en la bandera del avión de Trevor.

Diana llevó a Trevor a un hospital en el mundo del hombre y se ganó la vida con un espectáculo llamado "balas y brazaletes" mal guiada por un hombre interesado sólo en el dinero. Diana lo dejó y se encontró en la puerta del hospital donde estaba ingresado Trevor a una joven enfermera llamada Diana Prince que se parecía a ella. La chica estaba desesperada porque su novio vivía en Sudamérica y no tenía dinero para irse con él. La princesa le dio el dinero que había ganado a cambio de su identidad, que utilizó como tapadera desde entonces.

Con Marston a la cabeza, Diana se convirtió en un icono feminista con las limitaciones obvias de la época. Por ejemplo, fue la primera mujer que formó parte de la Sociedad de la Justicia de América (SJA), pero al principio era sólo la secretaria. Por supuesto, participó en la Segunda Guerra Mundial como sus compañeros de grupo, lo cual suponía un paso decisivo hacia delante para las mujeres en el mundo del cómic, donde estaban relegada al papel de florero.

Charles Marston escribió las historias de su heroína hasta que murió en 1947. Robert Kanigher se hizo cargo de las historias; H.G. Peter siguió dibujando a la amazona hasta el número 98, donde se hizo cargo de la parte gráfica el legendario Ross Andru. Kanigher le dio un papel más superheroico a Diana y se volvió menos feminista, en parte debido a la presión que supuso La seducción del inocente del doctor Wertham. Como ya hemos dicho en anteriores ocasiones, el libro fue el responsable de la casi desaparición del género de superhéroes, que ya estaba tocado desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Para Wertham, Wonder Woman daba una imagen errónea de cuál era el papel de la mujer en la sociedad norteamericana, lo que llevó a la editorial a reducir los elementos feministas en sus historias.

Familias, cambios y muertes

A trancas y barrancas, Wonder Woman llegó con colección propia a la llamada Edad de Plata. Con la editorial en plena renovación, la primera historia de Wonder Woman que se puede ubicar en Tierra-1 es Wonder Woman nº98, el primero dibujado por Ross Andru. En aquel número se reexplicó el origen de Diana y, si bien no difería mucho del original, sí alteró algunos aspectos. Los propios poderes de Wonder Woman se hicieron más amplios. Aunque conservó el avión invisible durante una temporada (eso sí, más estilizado y moderno), en los sesenta Diana podía planear sobre corrientes de aire, que no volar. Llevaba también unos pendientes con los que respiraba en el espacio y los brazaletes le servían para comunicarse con Isla Paraíso; además, su uniforme fue cambiando sustancialmente poco a poco, hasta llegar a más o menos el que luce hoy en día. Las historias anteriores al número 98 quedaron relegadas a la socorrida Tierra-2, pero la Wonder Woman original apareció de vez en cuando con la SJA en Justice League of America, Infinity Inc o All-Star Squadron, por ejemplo, hasta 1986. La Diana de Tierra-2 se casó con Steve Trevor, envejeció e incluso tuvo una hija, Hipólita (en honor a su madre), que se convertiría en la heroína Furia, miembro de Infinity Inc. y esposa de Hector Hall, el hijo de Hawkman.

La Diana de la Edad de Plata seguía llamándose Diana Prince y trabajaba para el servicio de inteligencia del gobierno estadounidense (era una mujer más de su tiempo), pero era básicamente una superheroína más, hecho que demuestra su afiliación a la Liga de la Justicia de América (LJA) con otros personajes claves de DC.

Durante los años sesenta, a Kanigher se le ocurrió hacer con Wonder Woman lo mismo que Mort Weisinger con Superman: crearle una versión juvenil. Así, si Superboy era Superman de joven, Wonder Girl era Wonder Woman de joven. Después apareció Wonder Tot, que era Diana de niña. El trío se reunía en las llamadas "Impossible Tales" en medio de extraños viajes temporales a los que se unía Hipólita, la madre, como Wonder Queen. Hay que decir que fue Bob Haney, guionista y creador de los Titanes, quien comenzó a utilizar a Wonder Girl como si fuera un personaje distinto a Wonder Woman y no su yo adolescente. El resultado fue uno de los follones más largos del Universo DC.

En Wonder Woman nº179 (1968), Denny O'Neil y Mike Sekowsky comenzaron su andadura al frente de la serie desposeyendo a Diana de sus poderes y convirtiéndola en una especie de Emma Peel. Vestida a la moda de la época, Diana era una persona normal que hacía de detective sofisticada y lucía los conocimientos de artes marciales que aprendió de un maestro chino llamado I Ching. La auténtica Wonder Woman regresó en 1973 por aclamación popular y la influencia de la revista Ms. Magazine que reclamaba el regreso del personaje con sus poderes. Así pues, Diana recuperó su poder en Wonder Woman nº204 y siguió viviendo sus aventuras, más o menos afortunadas, bajo la tutela del editor Julius Schwartz hasta 1986, cuando murió en Crisis en Tierras Infinitas tras casarse con Steve Trevor, su gran amor.

La Wonder Woman actual

Amparado por la editora Karen Berger y con el camino trazado por las ideas de Greg Potter, George Pérez revitalizó a Diana en 1987 en Wonder Woman nº1. Pérez era uno de los dibujantes estrella de la casa por aquella época, y se metió tímidamente en la faceta de autor completo, si bien necesitó a Len Wein para escribir los diálogos durante un tiempo. Pérez permaneció 62 números en la colección aunque sólo dibujó la primera veintena.

La Wonder Woman de Pérez tenía unas raíces mitológicas que ya quisieran para sí otros superhéroes de esta índole. El autor tenía un profundo conocimiento de la mitología griega que plasmó en historias por las que desfilaban como si nada dioses, semidioses y monstruos varios. El origen de Diana no se alteró, pero sí se narró con mayor consistencia y en él estuvieron implicadas varias diosas. La joven estaba destinada a ser un mito desde antes de nacer, y nada tuvo que ver el amor por un mortal en su transformación en Wonder Woman. Steve Trevor se estrellaba en Isla Paraíso, pero Diana no se enamoraba de él ni mucho menos. Lo llevaba a Estados Unidos, pero él se casaba con Etha Candy y Diana se dedicaba a otros menesteres como la lucha contra el dios de la guerra, Ares. Por otra parte, las amazonas no eran una raza científicamente superior, sino que más bien huían de todo progreso y permanecían ancladas en la antigua Grecia.

Diana era más poderosa que nunca. Además de su superfuerza de toda la vida, en esta encarnación era invulnerable, podía volar y moverse a la velocidad del sonido. Por supuesto, contaba con sus característicos brazaletes para desviar los ataques y con su lazo, que esta vez obligaba a decir la verdad al que ataba. En el primer año de Pérez al frente de la serie, Diana se enfrentó a enemigos clásicos del personaje (Cheetah) y a amenazas mitológicas de todo tipo (Ares, el Minotauro, los demonios de Isla Paraíso...). También se creó una nueva galería de secundarios encabezada por la profesora Julia Kapatelis y su hija, la que se transformaría en la nueva Circe. La personalidad de Diana también era distinta. Era una chica poco inclinada hacia la violencia (hasta que le tocaban las narices, claro) y ejerció como embajadora de la filosofía de paz de las amazonas en el mundo del hombre, algo que le causaba problemas de fe de vez en cuando porque era una tarea imposible.

Con la marcha de Pérez en el número 62 (1992), la serie se volvió más convencional. El guionista William Messner-Loebs, apoyado por dibujantes como Paris Cullins o el irregular Mike Deodato, no tuvo momentos especialmente brillantes hasta el final de su etapa, cuando recuperó a las amazonas de Banah-Migdal y a su campeona, Shim'Tar, también conocida por Artemis. Las Banah-Migdal eran las descendientes de Antíope, la hermana de Hipólita que optó por la vía de la guerra y no de la paz. Messner-Loebs ideó una saga en la que Artemis sustituía a Diana como Wonder Woman a causa de una trama urdida por Hipólita. Un oráculo advirtió a la reina que Wonder Woman iba a morir. Así, amañó el torneo que decidiría si Wonder Woman, la representante de las amazonas en el mundo del hombre, debía ser Diana o Artemis. Ganó la segunda, peró acabó muriendo como advertía la profecía y Diana recuperó su puesto.

John Byrne, en el número 101, comenzó una trayectoria de más de tres años en la serie en la que destrozó todo lo que sus antecesores habían cimentado. Potenció la faceta superheroica de Diana al principio e incluso la ubicó en una ciudad imaginaria (Gateway City). Sin más ni menos, hizo que Darkseid arrasara Isla Paraíso y se sacó de la manga una nueva Wonder Girl que no supo aprovechar ni mucho menos. Cuando se cansó de historias mundanas, a Byrne le apeteció profundizar en la parte mitológica del personaje y se metió en un embrollo de narices al recuperar la trama de Artemis y matar a Diana para que Zeus la convirtiera en diosa de la verdad. Cuando se enteró de lo que había tramado su madre, la princesa viajó al Hades para rescatar el alma de Artemis. Lo consiguió, pero ella murió. Zeus reconoció su valor y la convirtió en una diosa olímpica, la de la verdad.

Byrne convirtió a Hipólita en la nueva Wonder Woman, pues así lo dictaban los dioses para que redimiera su pecado, y la hizo viajar en el tiempo hasta la Segunda Guerra Mundial, lo cual estuvo bien para justificar la indumentaria original de Donna Troy o la existencia de una misteriosa heroína de quien Diana había heredado su uniforme. Finalmente, Diana volvió pero tuvo que compartir título con su madre. Además, le apareció una hermana, ni más ni menos que Donna Troy, cuyo origen ya parecía estar claro desde hacía tiempo.

Tuvo que ser Phil Jiménez quien devolviera a Wonder Woman sus raíces mitológicas. Admirador confeso de George Pérez, Jiménez profundizó en la relación entre Diana e Hipólita, que estaba afectada por el hecho de compartir el manto de Wonder Woman. Resolvió la situación de forma rotunada y abordó también la relación de nuevas hermanas entre Diana y Donna. Actualmente, y tras un efímero paso por la serie de Walter Simonson, que jamás repetirá lo de Thor, Wonder Woman vuelve a ser una simple superheroína bajo el manto de George Rucka, aunque quién sabe lo que nos tendrán preparado los autores que estén por llegar.

(ILUSTRACIÓN: Portada de Adam Hugues para Wonder Woman nº 150.)

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