BATMAN: STRANGE APPARITIONS
El tomo Batman: Strange Apparitions recopila la mítica etapa de Detective Comics realizada entre 1977 y 1978 por Steve Englehart y Marshall Rogers, este último entintado por un Terry Austin en estado de gracia. Originalmente, la saga comprendió los números 469 a 479 de dicha colección, con la excepción del número 477. De forma estricta, el equipo Englehart - Rogers - Austin se ocupó sólo de los números 471 a 476. Los dos primeros números (469 y 470) fueron dibujados por Walter Simonson y los dos últimos (478 y 479) contaron con guiones de Len Wein. Una pequeña curiosidad: el colorista de estos cómics es el propio Marshall Rogers.
Esta etapa es una de las mejores del Batman de los setenta y de todos los tiempos. No en vano, aún hoy se recuerda y está a punto de tener un revival en la miniserie Batman: Dark Detective, por los mismos Englehart, Rogers y Austin. Para ponernos en contexto, durante aquellos números Bruce Wayne y Alfred vivían en el centro de Gotham. Habían cambiado la Mansión Wayne por el ático de Wayne Enterprises para que Batman pudiera estar más cerca de la acción. Robin, que aún era Dick Grayson, estaba estudiando en la universidad y sólo aparecía por allí como invitado. Por su parte, Gotham contaba con un alcalde que odiaba profundamente a Batman; se trata de Rupert El Jefe Thorne.
En los dos primeros números, Batman se enfrentaba a un villano nuevo llamado Doctor Fósforo, que era capaz de hacer que los objetos y las personas ardieran sólo con tocarlas. Este villano había sido un industrial relacionado con Thorne y sus turbios negocios, que obtuvo sus poderes tras un accidente nuclear. Fósforo amenazó a Thorne y sus concejales con matarlos si no declaraban ilegales las actividades de Batman. Aunque el Hombre Murciélago acabó con el supervillano, el ayuntamiento aprovechó para mantenerlo como proscrito porque, al fin y al cabo, les resultaba una molestia.
Comienza así una etapa en la que Batman es un forajido, aunque el comisario Gordon siga recurriendo a él en contra del mandato municipal. Otra característica de la saga es la presencia de Silver St. Cloud, una bella señorita de la que Bruce Wayne se enamora perdidamente. Englehart introduce multitud de subtramas que poco a poco va resolviendo hasta llegar a la traca final del número 476. Pero vayamos por partes.
Tras vencer a Fósforo, Bruce Wayne decide tratarse las heridas en una clínica donde, según le han dicho, los ricos de Gotham pueden curarse de sus "excentricidades" con toda discreción. Por desgracia para él, el asunto resulta ser una tapadera de Hugo Strange, un antiguo enemigo de Batman que ya estaba olvidado y cuyo objetivo es el chantaje. Bruce consigue escapar de su celda como Batman, pero Strange lo neutraliza, lo droga y descubre su identidad secreta.
Es aquí cuando Hugo Strange suplanta la personalidad de Bruce Wayne e intenta desviar el dinero de Empresas Wayne. Silver St. Cloud sospecha de su novio, y va a informarse al hospital para ricos. Cuando no recibe respuestas claras, se mosquea y recurre a Dick Grayson, que regresa a Gotham como Robin para rescatar a Batman. Mientras, Thorne ha organizado una subasta para ofrecer el secreto de Batman al mejor postor. Da a los interesados (el Pingüino, Thorne y el Joker) un plazo de un día para preparar sus ofertas; esto es tiempo suficiente para que Batman y Robin se ocupen de él. Sin embargo, es Thorne quien acaba deteniendo a Strange, y lo tortura para que le desvele la identidad de su enemigo. Antes de confesar, Strange muere y su cuerpo es arrojado al mar.
Tras dos números tan intensos, Englehart introduce un pequeño relleno con el Pingüino como adversario y Robin como acompañante. Se trata de una historia típica de enigmas y acción detectivesca, donde se presenta una nueva subtrama: el fantasma de Hugo Strange se aparece a Rupert Thorne y amenaza con matarlo. En el número siguiente, ya sin la presencia de Dick, regresa otro viejo enemigo de Batman, el hoy popular Deathlock, que tocará un poco las narices a Batman mientras progresan otras historias. Una de las más relevantes es el hecho de que Silver ha averiguado que Bruce es Batman, lo cual pone a ambos en una posición de lo más incómoda.
Los siguientes dos episodios (números 475 y 476) son la despedida apoteósica de Englehart. El Joker se revela como responsable de muchas de las desgracias ocurridas y expone uno de sus planes más absurdos y originales. Nuestro siempre estimado payaso ha envenenado las aguas de la costa este con un producto que hace que los peces tengan su rostro. En consecuencia, pretende que se le paguen derechos de autor por todo pez que se pesque en el país. Englehart convierte esta enésima payasada en otra gran historia detectivesca en la que el Joker va matando a contrarreloj a los responsables de la oficina de copyright de Gotham. Por supuesto, Batman acaba ganando y llega el momento de cerrar el argumento de la señorita St. Cloud. Consciente de que saber el secreto de Bruce Wayne no les conviene ni a ella ni a su novio, lo abandona en un melodramático amanecer. Batman vuelve a ser legal y, en cuanto a lo de Thorne y Hugo Strange, os dejo que lo leáis vosotros mismos.
Los números 478 y 479 no pertenecen estrictamente a esta historia; no obstante, funcionan bien en el tomo como epílogo y además están dibujados por Rogers, con lo que no están de más. Len Wein recoge las consecuencias de todo lo anterior en la vida de Batman, y presenta un nuevo enemigo, Clayface. Además, nos anuncia el regreso a Gotham de cierta villana felina.
Esta saga se publicó hace unos quince años en España en los números 1 a 10 de Clásicos de DC (Ediciones Zinco). Si no la leísteis en su día, no dudéis en conseguir este trade paperback, porque merece mucho la pena.
(Ilustración: Portada original de Detective Comics nº 475, por Marshall Rogers con tinta de Terry Austin.)
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