31.5.05

DC: THE NEW FRONTIER VOL. 2


Portada de Darwyn Cooke para el tomo DC: The New Frontier Vol. 2




Hace unos meses hablaba en este blog del primer volumen de DC: The New Frontier. Ya entonces me gustó el inicio de esta serie, pero tras leer el segundo tomo me arriesgo a decir que ésta es la mejor historia que ha publicado DC Comics en mucho tiempo; esto lo afirma un seguidor entusiasta de los cómics de esta editorial, con lo que os podéis hacer una idea de lo mucho, pero mucho, que me ha gustado. Originalmente, era una miniserie de seis números escrita y dibujada por Darwyn Cooke que se ha recopilado en dos tomos. En el segundo volumen vemos, pues, la conclusión de todo lo que se ha ido cociendo en el anterior.

Recordemos que ésta es una historia fuera de continuidad que se podría equiparar a la inminente línea All-Star, donde vemos las versiones icónicas de los personajes míticos de la casa. La premisa de Cooke es narrar los primeros años de la edad de plata en un mundo donde las historias de ésta han tenido lugar en el mismo universo que los cómics de la edad de oro. Tras la Segunda Guerra Mundial, el mundo vivió el comienzo de la Guerra Fría y en Estados Unidos se desató un sentimiento anti comunista tan fuerte como irracional. El gobierno ordenó a los héroes enmascarados revelar su identidad y, claro, mayoría se negaron y debieron retirarse por ley. Sólo Superman y Wonder Woman siguieron en activo trabajando para el gobierno, además de dos grupos de humanos sin poderes ni máscaras, el Escuadrón Suicida y los Challengers of the Unknown. Batman siguió ejerciendo su peculiar defensa de la ley como leyenda urbana, y en 1959 algunos héroes, como el Flash Barry Allen o Adam Strange, empezaron a dejarse ver.

El hecho de que sólo Superman, Wonder Woman y Batman siguieran en activo es un claro reflejo de lo que sucedía en el panorama editorial de los años cincuenta, cuando Frederic Wertham y su Seducción del inocente hicieron estragos en el cómic de superhéroes. Todos los héroes desaparecieron del quiosco excepto estos tres y algún intento poco afortunado de la editorial Atlas, y además debían enfrentarse a amenazas de moda como alienígenas y robots gigantes. A esto hace homenaje Cooke en la escena en que vemos a Superman luchando contra un gran robot en pleno Tokio.

En el primero volumen vimos cómo J’onn J’onzz se integraba en la sociedad de la Tierra con ayuda de la televisión, y lo dejamos abriendo un misterioso libro que había confiscado durante una redada en una iglesia de Gotham City, donde una extraña secta practicaba ritos con bebés. Lo que el marciano descubrió fue que un ser iba a surgir de las entrañas de la Tierra para destruirla. Batman, también implicado en el incidente con la secta, conocía la existencia del libro y lo reclamó para investigarlo. Por otra parte, vimos al final del primer tomo cómo Wonder Woman recibía una invitación del gobierno americano para que se retirase tras pasarse de feminista en Corea. La amazona se retiró a Isla Paraíso.

En el segundo tomo, nos encontramos con que el gobierno y Empresas Ferris ultiman los preparativos para un vuelo tripulado a Marte; el objetivo no es la investigación científica, sino comprobar que los marcianos no suponen una amenaza y, en caso de suponerla, neutralizarla. Los elegidos son el Escuadrón Suicida y el piloto Hal Jordan, aunque éste queda fuera de la misión tras un incidente en el simulador. J’onn decide aprovechar el vuelo para regresar a su planeta y pone el libro en manos de Batman. Sin embargo, el marciano es detenido por un agente del FBI, que lo encierra en una prisión especial para estudiarlo. Batman se pone en contacto con Superman al conocer el contenido del libro, y los héroes comienzan a reunirse. Por su parte, Hal Jordan ve cumplido su sueño de volar cuando un alienígena llamado Abin Sur le entrega un misterioso anillo verde. Por fin, ante los ojos asombrados de los Challengers of the Unknown, Lois Lane y Jimmy Olsen, la amenaza surgida de las entrañas del planeta se hace pública y se hace necesaria una reunión pública de héroes.

El dibujo de Cooke es tosco, pero es todo un soplo de aire fresco por dos aspectos. El primero es su narrativa, organizada en torno a una estructura de tres viñetas por página, a lo storyboard, que rompe pocas veces pero las suficientes como para no cansarnos. El segundo es su fantástica ambientación de los años cincuenta, lo que se aplica a los decorados y a los diseños de personajes. Cooke realiza un magnífico trabajo en este último sentido, ya que los personajes recuerdan siempre a sus versiones de la edad de plata. Su Hal Jordan es el de Gil Kane, no el de Ethan Van Sciver; su Robin es el de Sheldon Morloff, no el de Carmine Infantino; quien sí es de Infantino es Flash, mostrado como el entrañable cabezón de la edad de plata, por poner sólo algunos ejemplos. Sin embargo, siendo realista, hay que reconocer que esta historia es de digestión difícil para lectores no habituados a los personajes de DC. Sin embargo, los que hayan leído unos cuantos cómics de la casa la disfrutarán de lo lindo.

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