BATMAN IN THE SIXTIES
Como su propio nombre indica, Batman in the Sixties es un tomo que recoge varias historias del Señor de la Noche durante los años sesenta. Que sean las mejores o las más representativas siempre es discutible, como en todas las antologías, pero esta selección es, como mínimo, interesante. Además, recorre tres fases por las que pasaron los cómics de Batman en la década en cuestión.
La primera es la de principios de la edad de plata, donde se estaba renovando a todos los héroes de la casa. Batman llegó tarde a esa reforma y, aunque en 1960 ya aparecía en Justice League of America, en su propia serie aún podríamos hablar de aventuras “en Tierra-2”. Esto se prolongó hasta la llegada de Julius Schwartz como editor en 1964. Antes, las aventuras de Batman y su entonces inseparable Robin aún bebían de la autocensura y algunos excesos de los años cincuenta. Los androides y los alienígenas eran cada vez menos frecuentes y la tendencia era recuperar a villanos clásicos, pero aún se asomaban por allí algunos personajes dramáticos como Batwoman, la primera Batgirl, los bolsitos de ambas, o Batmito. Bill Finger seguía escribiendo las historias de su co creación, aunque ya estaba todo muy lejos de la concepción original. De esta época tenemos en el tomo “The Case of the Deadly Gems” (“El caso de la joyas mortales”), “Bat-Mite Meets Bat-Girl” (“Batgirl conoce a Batmito”, siendo esta Batgirl la original pre Crisis, esto es, Betty Kane), “The Challenge of Clayface” (“El desafío de Clayface”, primera aparición del segundo villano que llevó este nombre), “The Joker’s Greatest Triumph” (donde el Joker hace creer a Batman que conoce su identidad secreta) y “The Return of the Penguin” (ejemplo del regreso de los villanos clásicos). Todas estas historias son fascinantes por su inocencia, por los fantásticos dibujos de Sheldon Morloff y Dick Sprang y por la frescura que, tras muchos años y aún más palos, tenían los guiones de Finger.
La segunda etapa arranca con la llegada de Schwartz y unos cuantos autores, como Gardner Fox, John Broome, Robert Kanigher y, sobre todo, Carmine Infantino, que coincidió felizmente con la serie televisiva Batman. La editorial rediseñó a su personaje añadiendo el óbolo negro tras el murciélago, borró de un plumazo a toda la Bat Familia excepto a Robin e hizo borrón y cuenta nueva como ya había ocurrido con Superman. La influencia de la serie se dejó notar en los diálogos, en los que Robin siempre tenía que hacerse el gracioso, y en la consolidación de los villanos de toda la vida que tenían versión televisiva y que eran más populares entre el público, como el Joker, el Enigma, el Pingüino y Catwoman. Aunque lo de la familia era cosa del pasado, Schwartz hizo que se creara una nueva Batgirl, la clásica Barbara Gordon, sólo porque iba a aparecer en televisión. La heroína vivió aventuras con el Dúo Dinámico y en solitario, como las historias de complemento que aparecen en este tomo y que dibujó Gil Kane; de Robin hay también alguna, y del mismo artista. Las historias de esta etapa incluidas aquí son “The Joker’s Comedy Capers” (“Las charadas del Joker”), “The Riddle-Ress Robberies of the Riddler” (“Los hurtos sin enigmas del Enigma”), “The Blockbuster Breaks Loose” (“Blockbuster se libera”), “Beware of – Poison Ivy” (“Cuidado con Hiedra Venenosa”, primera aparición de la villana), “Catwoman’s Catnapping Caper” (“La trastada del secuestro de gatos de Catwoman”, publicada en Batman’s Kellogs Special), “Batgirl Breaks Up the Dynamic Duo” (“Batgirl rompe el Dúo Dinámico”) y “The Man Who Radiated Fear” (“El hombre que irradiaba miedo”, con el Espantapájaros como villano), seguidas por sendas historias en solitario de Batgirl y Robin, de dos capítulos cada una. La mejor de todas es la del Enigma, donde vemos la personalidad de este villano y lo grande que puede ser cuanto se lo trata como es debido. Tras darse cuenta de que sus robos fracasan por su empeño en dejar pistas en forma de acertijo que, invariablemente, Batman y Robin resuelven, decide dejar de hacerlo; sin embargo, el poder del subconsciente es grande y, sin querer, va dejando pistas no verbales.
La etapa final de Batman en los sesenta ya fue en 1969 y originó la concepción del personaje durante los setenta. Con la serie de televisión cancelada, DC quiso que su personaje estrella durante muchos años volviera a sus orígenes. Para ello, se volvió a retirar a muchos de los villanos con trajes de colores y se quitó de enmedio a Robin. Dick se fue a la universidad y Batman se quedó solo luchando contra crímenes “realistas” en Gotham. La Mansión Wayne se cerró y Bruce y Alfred se mudaron al ático del edificio de la Fundación Wayne. La única historia de esta etapa es la que cierra el volumen, “One Bullet too Many” (“Con una bala, sobra”), donde sucede todo lo anterior.
Como veis, Batman in the Sixties es un buen recorrido histórico a una década muy intensa para los cómics del Señor de la Noche. En él se combinan historias muy buenas con otras más flojas, pero todas tienen un tufillo a ilusión que las hace muy especiales. Además, DC acompaña el tomo con diversos artículos explicativos que, sin ser nada del otro mundo, cumplen muy bien su cometido, como la introducción del propio Adam West.
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