DOOM PATROL DE GRANT MORRISON
Al principio, la Patrulla Condenada era un grupo de superhéroes incomprendidos, marginados por su aspecto o sus poderes que tuvo un trágico final cuando casi todos sus miembros murieron en combate. Muchos años más tarde, Paul Kupperberg los recuperó para una breve etapa en Showcase de la que más adelante surgiría una serie regular, la segunda en llamarse Doom Patrol (Patrulla Condenada). Ésta se vería metida de lleno en la continuidad del Universo DC, por supuesto, pero no acababa de despegar y se auguraba una nueva cancelación. Aprovechando el evento ¡Invasión! y que en estas sagas siempre tiene que morir alguien, Kupperberg preparó el terreno para su sustituto como guionista de la colección, Grant Morrison, que no necesitaba a algunos de los personajes. Así, en Doom Patrol nº 19 (febrero de 1989), comenzaba la etapa más recordada de este grupo, con Morrison al guión y Richard Case al dibujo.
Los primeros cuatro números de esta nueva era fueron una especie de transición entre el Universo DC y el mundo de Grant Morrison. Robotman, que quería ser conocido sólo como Cliff Steele, se recuperaba en una clínica de Kansas de la pérdida de tantos seres queridos. Allí había conocido a la adorable Crazy Jane, una chica con un grave trastorno de personalidades múltiples cada una de las cuales tenía un poder sobrehumano diferente. Niles Caulder, el Jefe, les ofreció a ambos un puesto en su nueva Patrulla Condenada, a la que se añadiría Rebis, un ser de sexualidad ambigua compuesto por tres personas; una de ellas era el Hombre Negativo, uno de los fundadores del grupo original. El reparto se completaría con Joshua Clay, el superhéroe antes conocido como Tempest. Todos deberían hacer frente en su primera nueva aventura a los Hombres Tijera, la cruel milicia de Ciudad Hueso, la capital del reino imaginario de Orqwith. Este mundo procedía de un libro de páginas negras titulado El libro sin título que se había convertido de algún modo en puente entre le mundo real y Orqwith, que se empezaban a fusionar. En el cuarto episodio, Morrison ya empezó a desatarse y a quedarse bastante a gusto con sus múltiples paranoias personales.
El guionista tejió una historia más compleja de lo que el cómic de superhéroes tradicional tenía como costumbre. Con frecuencia recurría al surrealismo y exponía sin cortapisas sus inquietudes intelectuales e incluso religiosas a través de creaciones cada vez más extrañas. No es de extrañar que muchos lectores afirmen no haber entendido esta etapa de Doom Patrol. Yo mismo me incluyo entre ellos, porque cuando Morrison se desata es mucho Morrison; sin embargo, el no comprender algunas cosas no impide que uno se recree con ciertas situaciones y con personajes tan absurdos como inquietantes unas veces y divertidos, otras. El guionista completó el reparto de su Patrulla Condenada con Dorothy Spinner, que podía crear seres con su imaginación, y con Danny La Calle (o Danny El mundo). Este personaje, no original de Morrison, era… eso, una calle. Una calle que viajaba por todo el mundo, que tenía habitantes que se habían montado y ninguna habían bajado y que se comunicaba por medio de mensajes en las ventanas o en el vapor de los edificios. Algunos de los enemigos fueron igualmente originales. Por ejemplo, Jack El Rojo, el segundo enemigo del grupo, era un amalgama entre Jack El Destripador y Dios que vivía en una casa sin ventanas coleccionando mariposas. Otro villano memorable era un cuadro llamado El cuadro que se comió a Paris y que dio lugar a una de las sagas más recordadas de la serie.
Los primeros cuatro números de esta nueva era fueron una especie de transición entre el Universo DC y el mundo de Grant Morrison. Robotman, que quería ser conocido sólo como Cliff Steele, se recuperaba en una clínica de Kansas de la pérdida de tantos seres queridos. Allí había conocido a la adorable Crazy Jane, una chica con un grave trastorno de personalidades múltiples cada una de las cuales tenía un poder sobrehumano diferente. Niles Caulder, el Jefe, les ofreció a ambos un puesto en su nueva Patrulla Condenada, a la que se añadiría Rebis, un ser de sexualidad ambigua compuesto por tres personas; una de ellas era el Hombre Negativo, uno de los fundadores del grupo original. El reparto se completaría con Joshua Clay, el superhéroe antes conocido como Tempest. Todos deberían hacer frente en su primera nueva aventura a los Hombres Tijera, la cruel milicia de Ciudad Hueso, la capital del reino imaginario de Orqwith. Este mundo procedía de un libro de páginas negras titulado El libro sin título que se había convertido de algún modo en puente entre le mundo real y Orqwith, que se empezaban a fusionar. En el cuarto episodio, Morrison ya empezó a desatarse y a quedarse bastante a gusto con sus múltiples paranoias personales.
El guionista tejió una historia más compleja de lo que el cómic de superhéroes tradicional tenía como costumbre. Con frecuencia recurría al surrealismo y exponía sin cortapisas sus inquietudes intelectuales e incluso religiosas a través de creaciones cada vez más extrañas. No es de extrañar que muchos lectores afirmen no haber entendido esta etapa de Doom Patrol. Yo mismo me incluyo entre ellos, porque cuando Morrison se desata es mucho Morrison; sin embargo, el no comprender algunas cosas no impide que uno se recree con ciertas situaciones y con personajes tan absurdos como inquietantes unas veces y divertidos, otras. El guionista completó el reparto de su Patrulla Condenada con Dorothy Spinner, que podía crear seres con su imaginación, y con Danny La Calle (o Danny El mundo). Este personaje, no original de Morrison, era… eso, una calle. Una calle que viajaba por todo el mundo, que tenía habitantes que se habían montado y ninguna habían bajado y que se comunicaba por medio de mensajes en las ventanas o en el vapor de los edificios. Algunos de los enemigos fueron igualmente originales. Por ejemplo, Jack El Rojo, el segundo enemigo del grupo, era un amalgama entre Jack El Destripador y Dios que vivía en una casa sin ventanas coleccionando mariposas. Otro villano memorable era un cuadro llamado El cuadro que se comió a Paris y que dio lugar a una de las sagas más recordadas de la serie.
Morrison y Case, tras haberse lucido con esta pequeña obra maestra de compleja lectura y difícil comprensión, se marcharon en Doom Patrol nº 63 (febrero de 1993), justo un mes antes de que entrase por la puerta grande en la línea Vertigo. Rachel Pollack se hizo cargo de la nueva etapa, que tuvo una vida bastante corta. La serie fue cancelada dos años después con Morrison como el mejor recuerdo que queda de ella. Parte de la etapa se ha recopilado en tomos dentro de la línea Vertigo.
DOOM PATROL AND ALL RELATED INDICIA ARE (C) DC COMICS.
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