DMZ
Durante los últimos días, hemos estado hablando de varias series de Vertigo. De algunas, porque son clásicos; de otras, por una cuestión de gustos personales. Una de las últimas series regulares que han aparecido en la línea, DMZ, podría convertirse con el tiempo en otro de esos cómics imprescindibles. Está escrito por Brian Wood, que también se ocupa de las portadas, y dibujado por Riccardo Burchielli, artista al que habrá que tener muy en cuenta en el futuro. DMZ comenzó a publicarse en noviembre de 2005. En el momento de escribir este texto, han salido cinco números. Los tres primeros conforman la saga “On the Ground”, y los dos siguientes son números autoconclusivos que profundizan en el ambiente en el que transcurre esta historia. La serie parece tener buena salud para lo que venden las series de Vertigo, así que esperemos verla durante mucho tiempo.
Dicha historia consiste en una Segunda Guerra Civil que se desató hace cinco años en Estados Unidos. Los estados del interior comprendidos entre ambas costas se han revelado contra la política del gobierno y, después, de tanto tiempo, han acordado un alto el fuego que no tiene aspecto de durar mucho. La acción transcurre en la DMZ, la “zona desmilitarizada” que está en medio de los dos bandos y a la que se supone que nadie puede atacar. Esa zona es la isla de Manhattan, que se ha convertido en tierra de nadie y es el hogar de maleantes y delincuentes varios. O, al menos, así se pinta en las emisoras de televisión. Matthew Roth es el cámara en prácticas de uno de esos canales y deberá acompañar a Manhattan a uno de los reporteros estrella, Victor Ferguson. Una vez allí, son atacados y Matt se encuentra solo en medio de Manhattan. Su único salvoconducto para no ser pasto de los francotiradores será la chaqueta y la tarjeta que lo acreditan como periodista.
Matt conoce a Zeta, una antigua estudiante de medicina que se ha quedado en la isla como doctora. Es ella quien le muestra lo equivocada que es la imagen que la prensa da de Manhattan al exterior. En realidad, los que viven allí son civiles indefensos en su mayoría que no pudieron escapar a tiempo; ahora se encuentran constantemente sometidos a los bombardeos y los abusos del ejército que, en teoría, no debería aparecer por la isla. Matt se convierte en testigo de una situación de guerra encubierta en la que, como siempre, son los inocentes quienes pagan los platos rotos. Terminada la primera saga, el joven se quedará en Manhattan para cubrir lo que realmente sucede allí. No tardará mucho en experimentar cómo funciona el mercado negro local, pues una excursión a un Central Park helado (¿por el invierno nuclear?) le pondrá en contacto con los Fantasmas, un grupo bastante peculiar. El quinto número narra la desesperación del joven cuando se ve indefenso porque le han robado su chaqueta y sus credenciales, muestra de que necesita sentir que tiene algún poder para sobrevivir en un ambiente tan hostil.
DMZ se puede considerar un cómic bélico, pero no se recrea en absoluto en el valor o el honor de los soldados. De hecho, no los pinta como salvadores ni mucho menos. Wood, como tantos otros de su generación, tuvo una primera conciencia de qué es la guerra cuando la CNN empezó a retransmitir en directo la Guerra del Golfo de 1991. Ese componente de conflicto mediático y fácilmente manipulable según convenga a cada cual está presente en todo momento en DMZ y es la base del dilema con que Matt se encuentra cuando llega a Manhattan. Wood utiliza en alguna ocasión cuadros de diálogo que representan lo que se dice en televisión mientras Burchielli dibuja lo contrario o algo distinto para demostrar que, en las guerras con cámara, o se miente o se omite la verdad.
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