LUCIFER


Con este panorama, en junio de 2000 nació la serie regular Lucifer, escrita por Carey e ilustrada por Chris Weston y Peter Gross. Ésta se sigue publicando en la actualidad y está llegando a los setenta y cinco números, el límite que Carey fijó para ella en alguna que otra entrevista aunque nunca se haya confirmado oficialmente. El guionista se centra en la faceta más enigmática de Lucifer y en el gran carisma que ejerce (y que sí es característico del catolicismo) sobre los que lo acompañan. El Lucero del Alba es un gran manipulador que logra sus objetivos a toda costa por inverosímiles que parezcan. Por otra parte, a pesar de su egocentrismo, sigue un código de honor y justicia que respeta por encima de todo lo demás y que, de alguna manera, le permite conectar con los lectores.
Si Lucifer debe su actual popularidad al acierto con que fue tratado como secundario de The Sandman, Carey no ha hecho un mal trabajo presentando al reparto que acompaña a este moderno ángel caído. Makizeen, la suerte de consorte de Lucifer que habla una extraña lengua que sólo él entiende, arrastra la tragedia de tener sólo medio rostro y es fiel a su amo porque, algún día, tiene la esperanza de que lo reconstruya. Meleos es otro ángel caído que regenta una librería en la que se encuentran los libros más extraños que uno pueda imaginar, y es el creador de los basanos, un mazo de cartas de tarot con bastante mala leche que crearán más problemas de los

Todos estos personajes acompañarán a Lucifer en la que será su misión más personal y a la que se entregará en cuerpo y alma. No será otra que recuperar las alas (en Japón, nada más y nada menos) pero no para volver al Cielo o al Infierno, sino para crear su propio universo, uno en el que puede vivir quien lo desee siempre que cumpla una condición indispensable. Ésta no es otra que no rendir culto a nadie, ni siquiera a él. Lo demás, está todo permitido. Un elemento más para hacer más atractiva esta aproximación a un personaje casi tan antiguo como el propio mundo y que rompe, gracias a Carey y al legado de Gaiman, con muchos de los tópicos que inundan el subconsciente colectivo.
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